A la cárcel por opinar o investigar
Al ver el reportaje emitido por Noticias Uno, en la sección ¡Qué tal esto!,
en donde se contaba (y también denunciaba) la historia del periodista Juan
Esteban Mejía, no pude evitar pensar en mí y en las situaciones que he
enfrentado al opinar o investigar, denunciando a los corruptos y políticos con
nexos con mafias y redes criminales. Y eso que él trabajaba para la revista Semana como corresponsal en Medellín.
¡Qué diremos nosotros!
Cada vez que opinamos o publicamos una
investigación o una información que levanta ampolla, nos arriesgamos a ser
citados por la Fiscalía General de la Nación, encargada de investigar delitos
tipificados dentro del Código Penal, en donde se encuentra la injuria y la
calumnia, dos palabras que los políticos tiene dentro de su imaginario, casi
siempre, para responder a cualquier cuestionamiento o denuncia. En vez de
responder por lo que se denuncia o mostrar las pruebas, siempre atinan a decir:
“retráctese o lo va a tener que demostrar
ante un juez”. ¿En dónde está la libertad de expresión? ¿Dónde queda la
opinión?
La denuncia del periodista Juan
Esteban Mejía sobre un médico, que tiene dentro de su prontuario la muerte de
varias mujeres que murieron después de cirugías estéticas, lo tienen inmerso
dentro de un proceso judicial por injuria, ni siquiera por calumnia, por
denunciar al médico Carlos Ramos Corena, por lo que las pruebas son reales. Lo
que reclama el “médico” es que digan que él no tiene licencia para operar y
dejar como barbies a las mujeres que se arriesgan a que las lleve al quirófano.
¡Qué tal el descaro!
Mayor vergüenza me produce la
Fiscalía, que en vez de investigar a los corruptos por lavado de activos,
inversiones en paraísos fiscales como Panamá, defraudación de entidades públicas,
paramilitarismo o delitos contra la administración pública, se dedique a
perseguir periodistas y columnistas de opinión. Ahora nosotros
pasamos de ser denunciantes a ser imputados.
¿Así quién denuncia?
Son muchos los casos de corrupción o
situaciones anómalas en donde se encuentran involucrados políticos o funcionarios
públicos, los cuales son puestos en conocimiento por ciudadanos “preocupados”
que no son capaces de denunciar, por físico miedo o porque prefieren no
involucrarse en eso. Simplemente pasan el dato. Ahí es donde comienza el olfato
del investigador. ¿A qué costo? El costo siempre será una llamada, un anónimo,
un seguimiento clandestino o un atentado.
Lo más fácil, casi siempre, es una
denuncia por injuria y calumnia, de las cuales se procede a una audiencia de
conciliación en donde uno se encuentra con el ‘denunciado’ frente a frente, con
mediación de la fiscal. Ahí es donde le prueban a uno el aceite. ¿Qué responder
ante la pregunta de si se concilia o se retracta? No, señor fiscal, me reafirmo
en lo dicho. Aquí están las pruebas. ¿Qué procede? El archivo, creería uno de
acuerdo al Código de Procedimiento Penal, pero no es así. Los fiscales, pese a
las pruebas, se obstinan en creerle al querellante, sobre quien pesan los
cuestionamientos. ¿Hay garantías para denunciar? No.
El caso del periodista Mejía es apenas
uno de los tantos que se ven en el país, en donde el sistema judicial está
colapsado por denuncias de alcaldes, gobernadores, políticos rasos,
funcionarios públicos que se ven afectados en su “honra” y “buen nombre”,
mientras disfrutan de la defraudación al erario público. Ellos reclaman
honorabilidad mientras se broncean en Miami o en San Andrés.
Mientras tanto nosotros somos
perseguidos por quienes deberían actuar con celeridad en las denuncias penales,
fiscales o disciplinarias. No. Los políticos siempre tienen un amigo en los
entes de control para que les ayuden con el archivo o suspensión indefinida del
proceso, dando a cambio la untada o el almuerzo. O el ascenso, como en muchos
casos. ¡Y hablan de honorabilidad!
Es urgente que el Congreso de la
República sea presionado por la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), la
Federación Colombiana de Periodistas (Fecolper) y el Círculo de Periodistas de
Antioquia (CIPA), para que se regule dentro del Código Penal el tema de la
injuria y la calumnia. El buen nombre y la honra son una cosa; la corrupción y
las turbiedades de los políticos son otras.
Al paso que vamos no serán los
corruptos y vivarachos quienes sean condenados, sino quienes nos atrevamos a
denunciarlos. Total apoyo al periodista Juan Esteban Mejía.
Nota
al margen: mañana jueves, 18 de junio, a las 9:00 a. m.,
frente el Palacio de Justicia ‘José Félix de Restrepo, en La Alpujarra, se
llevará a cabo un plantón de apoyo a Juan Esteban Mejía y rechazo a las
actuaciones de la Fiscalía y de la juez del caso. #FuerzaJuan es con lo que
reclamamos en las redes sociales.
[Publicado el 17 de junio de 2015 en www.bajolamanga.co]
[Publicado el 17 de junio de 2015 en www.bajolamanga.co]