EL PUEBLO DONDE LOS MUERTOS TAMBIÉN VOTAN
Después del realismo mágico creado por Gabriel García Márquez, cualquier hecho de corrupción o desangre del Estado nos parece normal, aceptable, porque estamos en Macondo. Como sacado de una novela, en un pueblo de Antioquia, los muertos también votan. En ese pueblo * existe desde hace más de cincuenta años una emisora, que ha permanecido en el tiempo durante dos generaciones, fundada por el padre y heredada a sus hijos, uno de ellos conocido como el locutor estrella; el otro se ha lucrado de la radio para ser cuatro veces Alcalde, una vez Diputado y dos veces Representante a la Cámara. El otro día me contaba don Luis ** , un campesino humilde de una vereda, cómo funcionaban las elecciones para la alcaldía y cómo los muertos también votaban. ¿Y cómo votan los muertos? Las cédulas extraviadas, casi siempre, terminan en la radio, donde los locutores ponen avisos de los documentos reportados, o los mismos ciudadanos pagan anuncios para que quien haya encontrado los documen