ORDÓÑEZ, EL VENTRÍCULO DEL URIBISMO
Aunque
a los funcionarios públicos les está prohibido por el Código Disciplinario
Único (Ley 734 de 2002) participar en política, y más usar su cargo y los
medios públicos para hacerlo, existe uno muy particular y locuaz, que además de
ser funcionario público e imponer el mazo de la justicia disciplinaria, es
ventrílocuo de un partido político. El personaje en cuestión se llama Alejandro
Ordóñez Maldonado.
Como
el uribismo ya no tiene credibilidad por locuaces, buscando cada vez mayor
protagonismo para atacar al gobierno, no bastándoles con las trincheras de Noticias RCN, donde está la camarada
Claudia Gurisatti, y la Hora de la
Verdad, con el comandante Fernando Londoño Hoyos, se han tomado por asalto
la Procuraduría General de la Nación, en donde Alejandro, actuando como
ventrículo, sirve de crítico y vocero del Centro Democrático. Ordóñez necesita
hacer campaña antes de terminar su periodo, dicen sus críticos. Yo digo que
desde sus fallos hace precampaña.
Él,
fiel a la historia sagrada que tiene en los panteones a los más grandes hombres
y dioses, se ha sacrificado por la causa de la política de “El Mesías”. Si algo
tiene Alejandro Ordóñez es lealtad a la causa de la Iglesia, el cilicio y la
camándula. Ahí sí entró dando codo entre las filas del uribismo, en donde hay
mucho pecador. ¿Qué acerca a Uribe y Ordóñez? El orden, impuesto por la
autoridad; la familia, rechazando el “homosexualismo” y la unión entre parejas
del mismo sexo; y la sangre, porque ante cualquier hecho de muerte de un
soldado o un civil en medio del conflicto cacarean la noticia para ganar
adeptos. Como Uribe no tiene micrófono propio en el Senado, donde la Unidad
Nacional apenas le da unos minutos para expresarse, o los medios que sirven de
jefes de prensa le dan un lustre en cámara, Alejandro hace de su voz el clamor
político del Centro, que de democrático no tiene sino el nombre.
¡Qué
hombre! ¡Qué dios! ¡Aleluya, Alejandro! ¡Procurador, salve usted la patria! Usted,
excelentísimo señor, nos ha servido de voz a nuestras súplicas. El ungirlo como
nuestro representante disciplinario no nos basta, sino que necesitamos que
desde el trono de la Procuraduría ponga orden. El sátrapa que gobierna a la
Nueva Granada, como reconoce usted a ésta República en crisis, fiel a la Orden
de la Legitimidad Proscrita, debe ser excomulgado. Usted tiene el poder.
Que
tiemble Colombia con la voz del máximo representante de Dios en la tierra. Sean
expulsados los herejes que se hacen pasar por nuncios y cardenales, porque de
ellos no es el reino de este cielo. El ungido con el poder divino, como lo
dicta la teocracia, es Alejandro Ordóñez Maldonado. Nadie más. Y “El Mesías”
comparte ese poder secular con él, porque la restauración del orden solamente
será posible con el regreso al poder de Uribe, secundado por Alejandro.
El
ventrílocuo y “El Mesías” son la salvación de esta tierra de nadie, bañada por
ríos de leche y miel. La cristianización de Colombia está cerca. Solamente
falta echar a la hoguera a uno que otro presidente.
[Publicado en www.conlaorejaroja.com]