¿LLEGÓ LA HORA DE QUÉ?

«¡Le llegó la hora a Colombia!», sentenció Santos en su discurso de posesión el pasado 7 de agosto, en una pobre asistencia de Jefes de Estado, y mucho lagarto, quienes estuvieron más pendientes de cómo estaba vestida doña ‘Mechas’ y de cómo la hija de Santos le compuso la banda presidencial, que de lo verdaderamente fundamental, que no fue mayor cosa, de lo que será este segundo gobierno.

¿Nos llegó la hora de qué? No hubo una sola mención clara, sino titubeos y bandazos, al proceso de paz, con una tibia advertencia a las Farc. Recordó el mismo Santos que el 7 de agosto de 2010 pronunció esa misma exclamación, porque él iba a transformar el país con sus locomotoras. ¿Y qué pasó? Están varadas.

Si durante cuatro años escuchamos a un demagogo, en este segundo tiempo veremos a un mitómano. ¡Qué tal las perlas! «Ser en el año 2025: un país de paz total… un país con equidad… y el más educado de América Latina». Por segundo año consecutivo nos rajamos en las pruebas PISA, y ahora Santos nos sale con un cañazo de esos, cuando la educación superior está desfinanciada y se le recortó el presupuesto a Colciencias. Y no es que yo sea pesimista. No. Es una realidad vista a ojos ciegos. Continuamos en el gobierno de los anuncios.

¿Y qué va a hacer con la sequía de La Guajira? ¿Sí va a cumplir con la protección de los páramos, como el de Santurbán, que no ha podido ser delimitado por Minambiente? ¿Y la reforma a la justicia? ¿Y la salvaguarda pensional para reanimar a Colpensiones? ¿Y la reforma tributaria que presentará próximamente, para cumplir con los 12 billones de pesos que le faltan al presupuesto nacional, y así se lo presentó al Congreso? ¿Y qué pasa con Ecopetrol y la crisis petrolera?

Ninguno de los anteriores interrogantes los mentó Santos en su discurso, porque son papas calientes que él prefiere esquivar y camuflar bajo la carpa de la paz. Pensé que en su discurso haría anuncios importantes que dejaran en el ambiente alguna expectativa, pero nada de eso sucedió.

Y podemos confirmar que no habrá mayores cambios de acuerdo al nombramiento de los ministros (anunciado el 11 de agosto), escogidos con una milimetría electoral que no faltó sino el Polo Democrático por acomodar, porque la Alianza Verde, así pataleen y digan ¡no! tienen a sus representantes: Luis Eduardo Garzón (Mintrabajo) y Alfonso Prada (SENA). Los demás ministros hacen parte de las camarillas políticas y de los directorios políticos. Ni una sola novedad.

¿Con ese gabinete podemos pensar que éste es el gobierno de la paz? Eso creen, pero nosotros sabemos que es solamente una ficción política el mostrar un gabinete comprometido con los tres pilares: Paz, Equidad y Educación. Muy parecido al Justo, Moderno y Seguro, que no sirvió sino como apéndice de otro anuncio.

Aquí no hay Santos II, sino que sigue siendo el I, pero con más burocracia y más mermelada, como lo dijo hace unos días en una entrevista radial. Prepárense los diabéticos porque habrá dulce en melcocha.

Así las cosas, siendo más agudos con el discurso de posesión y los primeros anuncios de gobierno, qué puede esperar Colombia para ver cambios y que le haya llegado la hora de una vez por todas, si cuando Santos amenaza a las Farc su jefe máximo, ‘Timochenko’, dice que este año no habrá firma de ningún acuerdo. ¿Más concesiones? Eso parece.

No ha llegado la hora, apenas estamos en la planeación de lo que es nuestro país en obra negra, la misma que Santos ha tratado de pintar con palomitas sin empollar.

Cómo caería de mal el nuevo gabinete que el senador santista Armando Benedetti tuiteó: «Este no es el gabinete de un Gobierno nuevo. Se parece más bien a una crisis ministerial! (sic)». Y esos son los escuderos de Santos. Por eso el Centro Democrático espera con cautela su entrada en acción, cuando las locomotoras muestren su óxido y los fusibles de la paz se quemen.

Ojalá en el primer balance de gobierno no tengamos que decir algo así como estos chistes que me contaron: «el nombramiento de Gina Parody, en educación, es lo mismo que multiplicar por cero». O esta otra: «Simón Gaviria no sabe leer y así lo ponen en Planeación Nacional a contar con ábaco». Vamos a ver qué santo nos alumbra.

Codito: qué curioso que haya sido Sergio Fajardo Valderrama, gobernador de Antioquia, quien haya institucionalizado estos eslóganes: «Antioquia, la más educada»  y «Preparémonos para la paz». Ahora Santos se pegó de ellos y habla de «Colombia, la más educada». ¿Coincidencia? Oportunismo.

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