CHUZADAS Y CORRUPCIÓN: ¿QUÉ PASA EN EL EJÉRCITO?
Lo que
hasta ayer era amor profundo y gratitud de los colombianos por Ejército
Nacional, hoy está convertido en desprecio y asco, por las irregularidades de
corrupción que tienen en el filo de la navaja a más de un General del Ejército.
Primero fueron las chuzadas a los negociadores del gobierno en La Habana. Ahora
son las grabaciones de “mordidas”, “complot judicial” y “desprestigios de los jueces que investigan
casos de falsos positivos”.
No
habíamos terminado de digerir la denuncia publicada en exclusiva por Semana, sobre las interceptaciones a la
mesa de negociación de La Habana (Cuba), por la que no rodaron cabezas
importantes, ni siquiera la del Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, cuando
estalló una bomba dentro de las mismas Fuerzas Armadas: corrupción en la
contratación de armamento, automotores y coimas y tajadas para Generales y
Coroneles, algunos de ellos recluidos en guarniciones militares.
La
revista Semana y su periodista
estrella, Ricardo Calderón, de quien no conocemos ni una sola fotografía, han
sido testigos claves del destape de las cloacas castristas, como se recordará
la investigación “Tolemaida resort”,
que desveló las comodidades de los condenados por crímenes de lesa humanidad, y
el reportaje de “El DAS sigue grabando”,
que puso en jaque al centro de inteligencia, el mismo que le correspondió a
Santos liquidar. Nadie se ha pronunciado, pero es posible que el atentado
sufrido por Calderón el 2 de mayo de 2013, mientras realizaba una investigación
sobre el Ejército en el Tolima, tenga alguna relación con lo publicado en los
últimos días.
¿Qué
pasa en el Ejército? ¿Por qué las tropas y los Generales actúan como ruedas
sueltas? ¿Qué hay detrás de los centros de inteligencia que ni el comandante en
jefe, es decir, Juan Manuel Santos, se da cuenta de cómo operan, a quién chuzan
y con qué intenciones?
Es
inconcebible que mientras varios Generales sean llamados a calificar servicios,
lo más indigno para un militar, el Ministro de Defensa permanezca incólume, sin
despeinarse su pelo aceitado. En un país serio ya habría rodado la cabeza.
Entonces, nos preguntamos, ¿dónde están “las
fuerzas oscuras” que menciona Santos en sus alocuciones? ¿En el misma
Ejército y en las unidades de inteligencia?
Jocosamente
decía alguien que en el Ejército no había un “ruido de sables”, sino de “serrucho
y coimas”, aunque no puede descartarse que dentro de los mismos cuarteles
esté implantada la anarquía militar, lo cual es ¡muy grave!
Una vez
más salta a la vista la corrupción en las instituciones públicas, una práctica
casi que institucionalizada en los manuales de funciones de los funcionarios
públicos, porque en cada contrato ven la oportunidad de robarle al Estado.
La
perspicacia y la ética de Noticias Uno
lograron mostrar cómo uno de los corruptos del Ejército, el coronel Robinson
González del Río, uno de los que aparece envuelto en el escándalo de corrupción
en el Ejército, pese a estar preso, negoció fallos por falsos positivos con el
magistrado Henry Villarraga, del Consejo Superior de la Judicatura. Desde ahí
enviaron pruebas a la Comisión de Acusaciones para que investigaran el caso del
Ejército. No pasó nada.
La
Comisión de Acusaciones también es cómplice de la corrupción, porque son ellos
mismos quienes han puesto a dormir en el “sueño
de los justos” investigaciones importantes para el país, a lo que se le
suman las denuncias de contratos en el Ejército. ¿Qué más nos espera?
La
desazón de nuestro país es generalizada. ¿Qué confianza tenemos en un inepto
presidente como Juan Manuel Santos? ¿Confiamos en Juan Carlos Pinzón?
¿Representan los actuales partidos la renovación política? No sé si la solución
sea nombrar como Ministro de Defensa a un civil o centralizar la contratación
en una sola entidad, pero lo que sí queda claro es que el desagüe de la guerra
está abierto.
Y qué
decir del sistema judicial, una rama del poder público plagada de vicios que
han deteriorado su imagen, llevándola al estado en que se encuentra. Lo mismo
que pasó con los Nule y la defraudación a Bogotá, que no ha pasado nada,
sucederá con la corrupción en los cuarteles. Entre más se robe menos pena se
paga.
¿Qué
piensa Santos de reformar las Fuerzas Militares? Dirá que con el proceso de paz
no hay tiempo.
Las
cloacas de la corrupción en el otrora Ejército Nacional, donde están los héroes
que sí existen, hieden. Y así seguiremos en descomposición acelerada.