EL PUEBLO DONDE LOS MUERTOS TAMBIÉN VOTAN
Después
del realismo mágico creado por Gabriel García Márquez, cualquier hecho de
corrupción o desangre del Estado nos parece normal, aceptable, porque estamos
en Macondo. Como sacado de una novela, en un pueblo de Antioquia, los muertos
también votan.
En ese
pueblo* existe desde hace más de
cincuenta años una emisora, que ha permanecido en el tiempo durante dos
generaciones, fundada por el padre y heredada a sus hijos, uno de ellos conocido
como el locutor estrella; el otro se ha lucrado de la radio para ser cuatro
veces Alcalde, una vez Diputado y dos veces Representante a la Cámara.
El
otro día me contaba don Luis**, un
campesino humilde de una vereda, cómo funcionaban las elecciones para la
alcaldía y cómo los muertos también votaban.
¿Y
cómo votan los muertos? Las cédulas extraviadas, casi siempre, terminan en la radio,
donde los locutores ponen avisos de los documentos reportados, o los mismos
ciudadanos pagan anuncios para que quien haya encontrado los documentos de
identidad los devuelva, mediando recompensa. Dicen algunos que así reporten la
cédula no se la entregan. De esta manera, algunos testigos, mencionan la manera
cómo los dueños de esta emisora llegaron a acumular más de dos mil cédulas,
muchas de las cuales eran utilizadas para votar. Eso sucedía con las cédulas a
blanco y negro. Y sucede con las de hologramas.
Y lo
mismo, dicen algunos ciudadanos a quienes entrevisté, pasa en el Hospital del
pueblo, donde guardan las cédulas (amarillas con hologramas), para luego
utilizarlas en las votaciones. Sacando una fotocopia se olvida la cédula.
¿Los
muertos votando? Sí. Y no es solamente en la costa Caribe, en los departamentos
del Atlántico y Magdalena, donde hay denuncias de la Misión de Observación
Electoral (MOE) por fraude, y en donde se va la luz en el momento del conteo de
los votos y se cambian los resultados electorales. Allá votan los muertos. En
Antioquia también.
¿Y
cómo se roban unas elecciones? Quien tiene el poder desde el Ejecutivo, es decir,
la Alcaldía, puede influir en la Registraduría Municipal, donde el registrador
está en el cargo desde hace más de doce años. El notario es cuñado del Alcalde
y del locutor de la emisora. Ahora la emisora es del notario, quien se la
compró a sus cuñados. El cura párroco, tío de los políticos y dueños de la
emisora, ayudaba a tramitar la venta de bienes donados a favor de las obras de
misericordia que luego terminaban en manos de familiares cercanos. La Juez del
Juzgado Promiscuo Municipal tiene familiares en la administración municipal. La
Secretaria de Gobierno es sobrina de la esposa del Alcalde. El nepotismo está
incrustado como un cáncer en el sector público.
¿Cómo
evitar el fraude en unas elecciones? La Registraduría ha dado pasos lentos para
evitar que uno de los delitos más constantes en las elecciones, como es la
suplantación de votantes, se incremente, para que los muertos no voten, razón
por la que fue creado el sistema de Identificación Biométrica, que poco a poco
se ha ido implementando con pruebas piloto en elecciones atípicas (casos Bello,
en diciembre de 2011, y Yarumal, en junio de 2012) y en las elecciones
parlamentarias del 9 de marzo de 2014. De esta manera se puede controlar
quiénes son aptos para votar con sólo poner la huella y evitar que los vivos
voten por los muertos. O vivos por vivos.
En
este pueblo antioqueño el gamonal del pueblo se ubica en una café que tradicionalmente
ha sido punto de reunión de los campesinos, a quienes les entregan la cédula
para que vayan a suplantar al muerto, pagándole además entre $25.000 y $30.000
pesos.
Dentro
de unos días en este mismo pueblo habrá elecciones para elegir Alcalde, razón por
la que la Registraduría y el Tribunal de Garantías Electorales de Antioquia han
dispuesto la utilización de la Biometría para evitar el fraude y darles
garantías a los partidos participantes. Por primera vez en la historia habrá un
poco de tranquilidad en un municipio donde lo reinante ha sido el caudillismo,
la plata y el poder en todos los órganos municipales.
Las
artimañas de los corruptos para evitar la aplicación de la Biometría ha llegado
al punto de decir que para qué se inventan eso si en los pueblos no es
necesario, cuando desde el Congreso de la República se han pedido la reforma al
sistema electoral colombiano, el más atrasado de Latinoamérica, donde todavía
votamos con papeletas.
Ahora,
como no hay forma de hacer votar a los muertos, los mañosos deberán llevar la
cédula y el dedo del muerto. ¿Y qué pasa
con los campesinos a quienes se les ha borrado la huella por arar la tierra?,
preguntaba un político hace unos días a un funcionario de la Registraduría, a
lo que la respuesta fue que en la Registraduría aparecen las huellas de los
diez dedos de las manos, por lo que es imposible la suplantación. Les falló la
trama.
Como
se ha dicho comúnmente: “hecha la ley,
hecha la trampa”, por lo que un voto no marcado por una sufragante podría
ser marcado por un jurado, con simpatía por determinado partido; la intención
de voto, que se manifiesta con un rayón en la cara del candidato, podría
invalidarse si intencionalmente se le hace otra raya. ¿Y qué pasa con los
tarjetones sobrantes? Antes de ser destruidos en su totalidad podrían marcarse
a favor de un candidato y depositarse en las urnas.
En
un pueblo en donde el poder eclesiástico, el poder judicial y ejecutivo, y la
Notaría Única, además de la única emisora local, están en manos de una misma
familia, sería impensable que gobiernen otros ciudadanos. Ahora le toca al
pueblo pronunciarse en las urnas.
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*
Nombre omitido, que podría ser cualquiera de Antioquia. ** Nombre cambiado por
seguridad.